jueves, 7 de enero de 2010

La sociedad de consumo

La reflexión, sobre formas de organización de la sociedad, ya existía en la antigua Grecia. Platón, Aristóteles, entre otros, “debatían acerca de cómo debía ser una “buena sociedad”. El debate permanece y se desarrolla en el tiempo y las civilizaciones hasta la Edad Media. En esta etapa, el tema se centró en los aspectos morales.El punto de ruptura se produce en el Renacimiento, con Maquiavelo. Este reemplazó a Dios, por el hombre, como centro de preocupación y eje del desarrollo, lo cual, se puede considerar como unaL revolución cultural. Con un doble fenómeno, casi simultáneo: la Revolución Francesa en 1789, y la revolución industrial en Inglaterra, entre 1770 a 1790, comenzó una nueva etapa en occidente.Entre las profundas transformaciones que provocaron, surge una nueva clase social, el proletariado, masas de trabajadores, agrupados en las fábricas, que inmediatamente exigen cambios en el orden social, atendiendo a sus derechos y a su rol protagónico en la producción.Esto a su vez, demanda un nuevo enfoque y una nueva postura en los estudiosos de la conducta humana. Es decir, nace la sociología.

Naturalmente, el registro accesible de los primeros pensadores que aportaron a esta nueva disciplina, es de aquellos que respondían a los intereses y demandas de los sectores que detentaban el poder. Saint Simón, considerado como el fundador de esta nueva ciencia, propone reemplazar el poder y la influencia de la religión, por la ciencia, con el objetivo de establecer un orden que genere progreso. Recomienda una sociedad industrializada, gobernada por científicos y productores. Lamentablemente sobre esta base, se construyó el mundo contemporáneo.
Las ideas de Saint Simon, dan nacimiento al positivismo, Básicamente, este desprecia todo lo que considera improductivo. Dentro de esta corriente, es enorme la influencia de Herbert Spencer, en el siglo XIX, quien, a su vez, influido por la teoría del origen de las especies, de Darwin, inició, lo que se conoció como socialdarwinismo, o sociobiología, la cual sostiene que determinadas sociedades o razas, naturalmente blancas y occidentales, son superiores a las otras. Spencer sostenía que la evolución de la sociedad, consistía en el triunfo de las mejores especies, las más fuertes.A mediados del mismo siglo, surge una voz, sumamente fastidiosa para el poder. Carlos Marx define él mismo su metodología: “Es el camino hacia una teoría materialista (o materialismo histórico) de la sociedad. Mi investigación desemboca en el resultado de que, tanto en las relaciones jurídicas como el estado (y sus políticas), no pueden comprenderse, ni por sí mismas ni por la llamada evolución del espíritu humano (las ideas), sino que debe explicarse por las condiciones materiales de vida, que Hegel resume como sociedad civil. Cuya anatomía hay que buscar en la economía política”. (Carlos Marx “Contribución a la crítica de la economía política”.)
Marx, contrariamente a la interpretación de la mayoría de los partidos comunistas, no elaboró ninguna receta ni manual de cómo construir una sociedad perfecta: la sociedad socialista. Su objetivo fue dejar una metodología, una vía del pensamiento, como una herramienta, para que cada uno la utilice de acuerdo a las condiciones y necesidades de su momento histórico.
Esto es válido, muy en especial, al sentido economicista que le fue atribuido al marxismo. Me remito al testimonio directo: “Según la concepción materialista de la historia, el elemento determinante de la historia, es en última instancia, la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo, hemos afirmado nunca, otra cosa que esto; por consiguiente si alguien lo tergiversa afirmando que el elemento económico, es el único determinante, la transforma en una teoría sin sentido, absurda y abstracta” (Fragmento de una carta de Federico Engels a Bloch. 1890.)


De todos modos, el capitalismo impuso su ideología “occidental y cristiana”. Como una consecuencia “natural”, el resultado de estos fundamentos culturales, es la sociedad de consumo. Esta sociedad supone basarse en la libertad política y económica. En realidad, la economía se instala como centro de poder, regulando todas las relaciones humanas. Las cosas más elementales para la vida: alimento, vivienda, salud, educación, se convierten en artículos de consumo, con un valor condicionado por la oferta y la demanda. No importa la necesidad y el derecho al pan, importa lo que determina el mercado. La finalidad de esta sociedad, es obtener ganancias, que no son utilizadas para un bien común, sino para obtener nuevas ganancias. El hombre debe vender la fuerza de sus brazos y su imaginación. Aceptando el precio fijado por el capital. El capital domina al trabajo, las cosas, a los seres humanos, en definitiva, se modifica la escala de valores. Aparece un nuevo dios: el dinero; un vice dios: el mercado; y sus sacerdotes: los economistas. Este tipo de sociedad se desarrolla, introduciendo profundos cambios en las características y la cultura de los pueblos.



Propone un hombre desalojado de la condición de sujeto filosófico; conductor y protagonista histórico; generador de avances ideológicos y políticos; legislador y juez ético; creador estético; con la declarada y explícita intención de delegar estas funciones a la ciencia, a la tecnología y a la economía, encarnada en las mega organizaciones que monopolizan el poder económico y político, por encima de las naciones.
El individuo se ve atrapado en un infierno, donde debe trabajar, no para sus necesidades o aspiraciones, sino en función de intereses que no entiende ni llega a conocer. Se generan así, conflictos, que envuelven, arrastran y conmocionan al hombre, como atrapado por una feroz tormenta en el océano. `Se siente aislado, y al mismo tiempo, el sistema lo despoja de su capacidad de unirse a sus semejantes, le arrebata su condición solidaria.



El capitalismo consiente en apariencia, ciertos aspectos de libertad, pero lo acorrala en un casillero, determinado no por sus características o condición humana, sino por su utilidad. Para aumentar la confusión, la mayoría de los estados comunistas, atendieron su desarrollo ideológico, pero le impidieron otras libertades, sin las cuales, aquello no tiene sentido.Este sistema necesita una sociedad, cuyos individuos participen mansamente, que sus gustos y necesidades se puedan planificar y estandarizar, para incentivar y manejar su capacidad de consumo. Este consumo está condicionado en cada época, por la estructura de la organización social. El protagonismo del dinero, como medio de pago, marca la diferencia del capitalismo con los anteriores sistemas sociales.



La necesidad de satisfacer las necesidades humanas, es lo que fundamenta la existencia misma de la producción y del proceso de división social del trabajo. Teóricamente, esto podría indicar, que la sociedad de consumo es la forma más perfeccionada para resolver las necesidades humanas, pensando que las capacidades productivas, se desarrollaron para satisfacer las demandas de la población



En realidad, sucede todo lo contrario. La producción crea en la población, la necesidad de productos lanzados a la circulación. Reemplaza las necesidades naturales, por las necesidades de la producción. “...una producción determinada, determina un consumo, un intercambio determinado” (Carlos Marx. La sociedad industrial contemporánea).



Para ello, nos bombardean hasta saturarnos, con mensajes, para que usemos la misma ropa, escuchemos la misma música, compremos la misma bebida, el mismo cigarrillo, el mismo candidato., la misma política, la misma religión.El hombre moderno se ve invadido por costumbres y culturas prefabricadas, que lo relevan e imposibilitan de pensar por su cuenta. Entonces acepta pensar, sentir y actuar, de acuerdo a lo establecido, según su posición económica, condición social definición política o religiosa. Deja caer sin pena ni gloria, las banderas de su personalidad y acepta las condiciones de dependencia que le impone el sistema. Esta rendición del hombre, caracterizada por la indiferencia, la incredulidad o el cinismo, provoca un vacío cultural tan grave, que no podemos medir sus consecuencias . El resultado, es un individuo transformado en un artículo de consumo



Aparentemente, este individuo tiene a su disposición el conocimiento y los avances tecnológicos, para pensar y actuar, con un enorme grado de libertad. También, aparentemente, Estaría dispuesto a ejercer esa libertad.



“Entiendo por humanismo, al conjunto de discursos, mediante los cuales, se le dice al hombre occidental “si bien tú no ejerces el poder, puedes, sin embargo ser soberano. Aún más, cuanto más renuncies a ejercer el poder, y cuanto más sometido estés, a lo que se te impone, más serás soberano”. El humanismo es lo que han inventado paso a paso estas soberanías sometidas, que son: el alma (soberanía sobre el cuerpo, sometida a Dios); la conciencia (soberana en el orden del juicio, sometida al orden de la verdad); el individuo (soberano titular de sus derechos, sometido a las leyes de la naturaleza o a las reglas de la sociedad); la libertad fundamental (interiormente soberana, exteriormente consentidora y adaptada a su destino). En suma, el humanismo es todo aquello a través de lo cual se ha obstruido el deseo de poder en occidente – prohibido querer el poder. Excluida la posibilidad de tomarlo“ (Michel Foucault. Microfísica del poder. Ed. La Plaqueta. Madrid.1992)



A nuestro hombre moderno le fue arrebatada la voluntad y no sabe cómo hacer uso de la libertad. Tiene a su alcance la gloriosa aventura de vivir y no la aprovecha. Afrontarla implica enfrentar los difíciles y desconocidos caminos del pensamiento y de los sueños. Internarse en su propia individualidad. Esto lo conduce al enorme vacío de su personal y colectiva soledad. Esta sociedad dispone de muchos recursos para ayudar al honmvbre a ignorar conscientemente esta soledad. En el primer círculo del infierno, el inhumano mecanismo del trabajo sistematizado, que le impide el mínimo tiempo libre, que le permitiría tomar conciencia de sus necesidades fundamentales insatisfechas. Un escalón más abajo, el aturdimiento de visiones y sonidos, producidos por la industria del entretenimiento. La diversión en la sociedad globalizada, consiste en consumir espectáculos, comidas, vestimentas. Arte. La compulsión de comprar novedades para obsesionarse con su recambio.





Finalmente, la pobreza llevada a extremos intolerables, donde la única preocupación del hombre es la posibilidad de conseguir el alimento cotidiano. En ese nivel, un viejo recurso, perfeccionado, planificado hasta grados criminales, Es la desocupación. Un castigo que humilla la condición humana, deja al hombre sin espacio en la sociedad y en la familia, vulnera y trastoca el orden natural de las relaciones familiares, sociales y económicas. “Si no trabajo me matan, y si trabajo me matan. Siempre me matan, me matan” (Nicolás Guillén)



La profundización y desarrollo de esta propuesta de vida, llega al interior del individuo y determina sus relaciones personales. En la conformación de una pareja, suele primar la necesidad de resolver la soledad, consolidar una posición económica, etc. Estos pactos o alianzas llegan a enmascarar, enturbiar, el sentimiento del amor. El más sublime y movilizador al alcance del ser humano.



Se trata de ahondar en el mundo la penetración de pautas culturales, diseñadas en los grandes centros de poder económico. Fundamentalmente en el campo del pensamiento y la creación. Trasladar esto a la cultura, es sólo cuestión de encontrar el mecanismo adecuado. La batalla la va ganando la cultura tipo zapping: la lectura sólo de los títulos de los diarios, en lugar de las obras de la literatura, asomarse a los comentarios o críticas de los suplementos culturales; digerir el análisis político, masticado por el “periodismo reconocido"; una visita a una exposición de un artista plástico de m oda, un festival de rock o de folclore; y como plato fuerte, un gira de cuatro días para conocer toda Europa.



El consumidor se tironeado por la compulsión de estar “cultivado” y la necesidad de encontrar o recuperar valores universales que le sirvas de escudo contra el acoso de la novedad. Es la oferta cultural al estilo Mc Donald. Bajo una aparente nutrición equilibrada, se esconden las materias dudosas y malsanas, que producen epidemias de una nueva enfermedad: un analfabetismo de nivel superior, que es en definitivas un nuevo tipo de angustia.



Un ejemplo. Tradicionalmente, hasta los años 60, en una reunión, en un salón de baile, en la intimidad, la música se escuchaba suavemente, con el volumen que la cantidad de oyentes reclamaba. Entonces “surgió”, no naturalmente ni por generación espontánea, “la música disco”. A partir de allí se instaló la malsana costumbre de “escuchar” música a un volumen desaforado. El oído humano está condicionado para percibir sonidos hasta un grado determinado de decibeles. Cuando este supera la capacidad de recepción del oído, el cerebro, como medida de defensa, se bloquea, de tal manera, que el individuo no puede pensar, si el ruido invasor, continúa o aumenta, puede causar serios daños en el sistema auditivo o directamente en el cerebro. ¿Para qué se inventó la música disco? Fundamentalmente para que los jóvenes, uno de los sectores “peligrosos” para el sistema, cuando están reunidos, no puedan pensar. Desde luego, que el daño que causa esta modalidad, no es motivo de preocupación, para quienes elaboran esto. Lo terrible es que se instaló de tal forma, que la mayoría ya no entiende que es la peor manera de escuchar música.



El nuevo milenio está marcado por una supuesta recuperación de los principios éticos: las banderas ecológicas; las acciones humanitarias; los llamamientos a la moral; etc. Eso sin, sin perder un centímetro de vista, el culto al “éxito”, a la eficiencia y al mercado.



La sociedad del nuevo siglo, cultiva dos discursos aparentemente contradictorios. Uno es el de la recuperación moral, El otro es el del tremendismo de la decadencia, manifestada en el “aumento de la delincuencia”; el tráfico de drogas; la corrupción política, empresaria y financiera; el analfabetismo, la extrema pobreza, etc. Tenemos aquí, una nueva contradicción, para aumentar la angustia. ¿Será este un camino irreversible? ¿El hombre se condenó al fracaso?



Desde una mirada apresurada, parecería que la literatura, el arte, ya no tienen nada que decir, frente a la zaga fantástica que encontramos en las noticias que nos traen los diarios, día a día. Gobernantes y funcionarios, que roban dineros destinados a resolver la mortandad infantil, o el desamparo de los inundados, mientras aquellos se exhiben en fabulosas fiestas, acompañados de narcotraficantes o procesados por distintos delitos. Esto nos pone en contacto directo con una realidad, que podemos llamar maravillosa: Por supuesto, no en el sentido que le daba Alejo Carpentier, que deslumbrado por el paisaje caribeño, afirmaba que los surrealistas franceses no habían inventado nada. Decimos maravillosa, considerando que tanto desatino, finalmente nos hace perder el sentido del asombro.



¿A quién puede sorprender hoy, el crimen de Raskolnicoff? ¿Qué medio de información le puede dar centímetros de espacio? Cuando el asesinato feroz e inexplicable, camina por las calles del país, mientras los médicos de los miserables hospitales, se desesperan por salvar insalvables vidas de niños insalvables. Sumergidos por el festival del horror, montado por estos emergentes y representantes del mundo globalizado, intentan despojarnos de la tabla de salvación de la visión poética, incluso del sentido religioso. Los dioses se han mudado a otros mundos e intentan dejarnos un mundo desencantado. Estamos frente a un nuevo tiempo, el tiempo del asombro perdido. Eduardo Galeano nos recuerda “…que el asombro del mundo, nos debe abrir los ojos”.



Cualquier tentativa de cambiar el rumbo de esta historia, es válida; iniciar la odisea, no en busca del paraíso perdido, sino asumiendo la simple y soberana voluntad personal. El individualismo que nos distinga y el sentido colectivo de fraternidad, de amor y preocupación por el otro. Reconociendo y aceptándonos, primero a nosotros mismos, y luego al otro, sin condicionamientos ni normas impuestas por un sistema inhumano. Quizás por este camino., el hombre pueda sentirse libre sin sentirse solo

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