sábado, 9 de enero de 2010

La cultura de las grandes ciudades

Este infernal hacinamiento de seres humanos no es un habitat natural ni tradicional en la historia del hombre.
A mediados del siglo XIX, la revolución industrial produjo, entre otras cosas, el amontonamiento de los seres humanos en las ciudades que, finalmente, nos encierran. Las fuentes de energía, eran el agua y el carbón,

Londres, siglo XIX 
El nuevo fenómeno social, la fábrica, fue ubicada cercana a estos elementos, con dos consecuencias: la concentración de población a su alrededor, y el desmantelamiento rural, significando la pérdida de un concepto de vida.
La vivienda aislada, la familia dedicada a la explotación de la tierra, significaba, al margen de lo económico, un sólido grupo familiar, con una fuerte definición del lugar del padre, de la madre, del hermano mayor.
El eje de la riqueza es ocupado por el comercio, la banca, la usura. El transporte de los productos elaborados por las fábricas y la red comercial naciente, exigieron la construcción de rutas de comunicación.
Esta nueva forma de vida, transforma las viejas ciudades y crea otras, no como resultado de una planificación, sino generadas por enormes aglomeraciones industriales. Un momento significativo se produjo en la Francia de Napoleón III. Habiendo resuelto la remodelación de París, se encomendó esta tarea a un empresario, Eugenio Haussman.

París - 1840
Este tuvo presente el desarrollo de la insurrección de 1848 que, si bien había terminado con la monarquía, fue escenario también de la fraternidad de la guardia nacional con los obreros. Las calles de París fueron bloqueadas por más de 2 mil barricadas levantadas con los adoquines de las mismas calles angostas y sinuosas, dificultando la represión militar.
Su proyecto para la nueva ciudad descansaba sobre algunos de estos conceptos: "Aislar los grandes edificios, palacios y cuarteles, de manera que resultaran más agradables... y simplificaran la defensa en momentos de revuelta... Asegurar la paz pública por medio de la creación de amplios boulevares que no sólo permitieran la circulación del aire y de la luz, sino también el fácil acceso y movimiento de tropas. Con esta ingeniosa combinación, el destino del pueblo se verá mejorado y su continua disposición a la revuelta disminuirá".Trazó así, las grandes avenidas, arterias circulatorias del París moderno, para ello, hubo que demoler los barrios obreros, desalojados hacia los suburbios, que “casualmente “no tenían servicios sanitarios. En cada extremo de la ciudad, creó dos espacios verdes. El de Bolonia, destinado a la distracción del mundo elegante, y el de Vincennes, para la gente humilde.
Estos conceptos urbanísticos, fueron el modelo de las grandes ciudades en el mundo occidental, incluso en nuestro país. Anchas avenidas, conectando toda la ciudad, los edificios públicos, aislados y protegidos, las clases humildes desplazadas hacia los suburbios.
En lo que se refiere a obras públicas, las dictaduras militares, se caracterizan por pavimentar las ciudades y las rutas. Esto no responde a una preocupación por mejorar las condiciones de vida, sino a facilitar el movimiento de tropas represión, en el caso de protestas populares.
América Latina
En América Latina, la urbanización fue determinada por los conquistadores europeos, quienes se establecieron en la costa marina, para expandirse hacia el interior, en busca de las riquezas del continente. Las nuevas ciudades, no fueron el producto de las necesidades de cada región, sino de los intereses de los invasores.
El modelo fue tomado de Las Leyes de Indias, manzanas cuadradas extendidas hacia los cuatro puntos cardinales, salvo que sean detenidas por algún accidente geográfico, como en Buenos Aires, detenido hacia el este, por el río.
Se reproduce en América, un mismo modelo: un centro urbano ubicado en la costa y una periferia interior, sometida a una doble dependencia: con el imperio europeo y con la burguesía portuaria
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Buenos Aires, en la colonia

Buenos Aires, Montevideo, Santiago de Chile, Río de Janeiro, San Pablo, Caracas, La Habana, fueron cabezas y parásitos. Saladeros, frigoríficos, ingenios, industrias naturales de la costa y la pampa húmeda, fueron visualizados sólo como puente de exportación de materias primas, impidiendo el desarrollo de industrias locales. Las oleadas inmigratorias y las masas campesinas, obligadas a abandonar su lugar natural por falta de trabajo, se instalan en estos centros urbanos.
En nuestro continente se produce entre un mediano a elevado desarrollo de urbanización, con un bajo desarrollo social y económico, y una evidente desigualdad industrial
La población urbana es destinada a tener tareas terciarias: comercio, servicio y cargos burocráticos. Estas funciones no son significativas desde el valor de la producción, de la imaginación aplicada a su labor; la relación del individuo con su trabajo, es de rechazo y de una enorme insatisfacción interior.
La ciudad cabecera mantiene a las del interior en una perversa dependencia, La red de servicios de las ciudades del interior, es el medio de extracción y traslado de riquezas a la ciudad capital, que las devuelve en mínima medida y en forma de servicios, ya que el excedente económico, sólo enriquece a los empresarios ligados a los intereses de la gran ciudad
La especulaciónEl sistema liberal, basado en el concepto de la propiedad privada, otorgó “patente de corso” a los capitales nacionales y extranjeros, por medio de leyes, ordenanzas municipales y de organizaciones creadas para sostener a la especulación, otorgando concesiones para darle el control, del suelo urbano, determinando su valor, no como un bien social sino como mercancía.
El plan de Bernardino Rivadavia, de dotar a Buenos Aires, de una avenida ancha cada cuatro cuadras, sigue siendo un proyecto. Incluso en momentos especiales, que técnicamente posibilitaban el replanteo y la modernización, fueron expresamente impedidos. La ciudad de San Juan. Luego del terremoto de 1946, quedó totalmente destruida; hubo planes para construir una ciudad moderna, trasladándola a un lugar más resguardado de movimientos sísmicos.
Terremoto en San Juan
Los intereses inmobiliarios pudieron más que los intereses de la población. Se reconstruyó la ciudad, en el mismo lugar.
Otro ejemplo, es el de Brasilia. La idea de su fundación, fue la de alejar la capital, del eje Río de Janeiro-San Pablo, en la costa atlántica, base de operaciones de la dependencia, para abrir una puerta de contacto con el interior, salvajemente postergado. Brasilia es un símbolo de la estructura burocrática, mientras el poder sigue radicado en la costa.

PropuestasAlgunas de las ideas de una ciudad moderna, apuntan a resolver la relación de la vivienda con el medio ambiente, luego surgieron proyectos que consideraban resolver las relaciones de la vivienda con los servicios y de las viviendas entre sí.
A fines del siglo XIX, surgió del socialismo utópico, la idea de una ciudad jardín. Una sociedad anónima sería propietaria del terreno, y cada habitante, dueño de la vivienda. Sería una ciudad autosuficiente, con equilibrio entre la agricultura y la industria. Sólo una sexta pare sería ocupada por viviendas e industrias, y el resto, destinado a la agricultura.

Lechworth
Uno de estos soñadores, Howard, realiza su primer experimento en Inglaterra. La ciudad jardín, Lechworth, a 50 Kms. De Londres. Varias décadas después de su creación, no logró ni la mitad de la población imaginada. Howard funda una ciudad jardín, que, al estar cerca de Londres, brinda la posibilidad de trabajar en la gran ciudad y vivir en el campo. En realidad significó, no vivir en ninguno de los dos, ya que al tener sólo una relación laboral con la ciudad, no goza de sus beneficios; y para la vida rural, apenas si le queda tiempo para dormir.
De todas maneras, significa el antecedente de los barrios periféricos de la clase media, primero en Estados Unidos y luego en América Latina.
Preservar la vivienda del caos, la contaminación y la promiscuidad de la ciudad, es un sueño del ideal burgués, manifestado en la evolución de las ideas arquitectónicas.
Uno de esos proyectos fue el de racionalizar el uso del suelo, en contra de las parcelaciones desordenadas y confusas, construyendo torres bloks, rodeados de espacios verdes, destinados al aprovechamiento del tiempo libre, la práctica de deportes y liberado de la presencia de automóviles. En otro sentido, los materiales y técnicas usadas en la fabricación de automóviles, barcos y máquinas, encandilaban a estos teóricos.

Le Corbusier
Le Corbusier, propuso gigantescos edificios, con viviendas con equipamiento mínimo, Calles en altura, con comercios y servicios. Los techos reservados para jardines, gimnasios y guarderías. Las plantas bajas, libres de edificación, destinada a actividades sociales y deportivas. Los edificios se construirían sobre pilotes. La idea completa, fue construir modelos que alberguen a más de 3 millones de habitantes.
El racionalismo aplicado a estos proyectos, busca, desde un punto de vista funcional, un nuevo orden, destinando a cada sector de la ciudad una actividad distinta: habitación, trabajo, circulación, esparcimiento. Determinar el tipo de circulación, según el tránsito que demanden. Definir las características de agrupamientos mínimos en cada sector, con sus propios servicios y un movimiento circular, que no interfiera.
Estas ideas, pioneras en los proyectos urbanos actuales, parten de la visión de un mundo construido sobre abstracciones sociales. Son ciudades imaginadas para un hombre biológico, no social. Resultan finalmente mesiánicas, al considerar que una organización perfecta del espacio urbano, puede resolver las contradicciones y los enfrentamientos sociales.
Muchas de las propuestas de Le Corbusier, en apariencia puramente técnicas: las formas de vida digitadas por arquitectos y computadoras, son una buena herramienta para los sectores dominantes, en su búsqueda de centralización monopólica de la economía, y una sociedad burocrática de consumo. El urbanismo es absorbido por el mercado, convertido en valor de cambio.
En aquellos, lugares donde se aplican estos conceptos, el resultado fue la destrucción de la vida urbana. En cada sector se duerme, se trabaja, se compra, se divierte; entre un espacio y otro, se circula, sin la animación y el sentido que sólo le puede dar la presencia humana.
La imagen de las ciudades, con sus calles coloreadas por las diversas actividades, generadas por necesidades o placeres del hombre, corren peligro de extinción, amenazadas por estos planes de orden abstracto, una ciudad regida por un estricto racionalismo, ideal, para tener una población vigilada “ordenada” y reprimida.
Este no es un problema que pueda encontrar solución en una oficina burocrática ni en un estudio de arquitectura. Es fundamental partir desde la dimensión humana y atender la calidad vida necesaria, para un ser, que es social, pero desde su individualidad.
Algunos estudiosos del tema, centran su atención en los habitantes de los barrios marginales. El problema es mucho mayor. Incluye el hacinamiento, no sólo en los barrios obreros, sino también en los céntricos; la enormidad de viviendas obsoletas; las desocupadas por especulación; la permanente migración del campo; el crecimiento vegetativo de la población urbana.
El deficit habitacional en América Latina y el Caribe, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), crece cada año en proporciones alarmantes. Mientras anualmente la demanda de vivienda crece 2.5 millones de unidades, sólo 1.5 millones son cubiertas por la oferta”, indica este informe.
Además, un estudio del BID encontró que la brecha en cuanto a la propiedad de la vivienda con servicios en áreas urbanas es de casi el 40% en América Latina. Esto significa que, de cada 10 familias que habitan en las grandes ciudades de países de la región, al menos cuatro no son propietarias.
Buenos Aires, hoy

Según el BID, en la región están cuatro de las 20 ciudades del mundo con más de 10 millones de habitantes, y también 55 de las 414 ciudades con más de un millón de personas. En esas 55 urbes habitan 183 millones de personas, “un tercio de todos los latinoamericanos”, dice el BID.
Un estudio que hizo el BID en 1995 concluye que el “déficit cuantitativo (número de familias sin vivienda) se calculó en 28 millones de viviendas, y el déficit cualitativo (viviendas sin conexión de agua corriente) en 25 millones de viviendas”.
Pero cálculos más recientes de la misma entidad multilateral de crédito indican que, desde la fecha del estudio citado, no sólo se ha incrementado el déficit de vivienda en la región, sino que la brecha entre los países es demasiado alta.
Los partidos politicos; organismos internacionales y nacionales; fundaciones; estudian y proponen soluciones. Pero ninguno de ellos apunta al centro del problema. No existe posiblidad de solución, en tanto la vivienda esté calificada como mercancía, sometida a las leyes del Mercado, aún más grave, un Mercado con una creciente dominación de la concentración monopólica.
Un planteo distinto sería crear una industria pesada de la construcción, que baje los costos y elabore planes que no tengan como meta el lucro, sino la inversion del excedente, en nuevas construcciones, Claro que un plan de estas características, estaría enfrentado con las políticas de dependencia económica y política. Si bien, posiblitaría planificar desde los siguientes interrogantes: ¿Qué tipo de viviendas se deben construir? ¿Qué formas de vida deben alojar? ¿Qué ciudad integrarán o crearán? ¿Qué país queremos? ¿Qué sociedad construiremos?
Entiendo oportuno citar algunos párrafos de un documento presentado en 2006, a los Ministros de Vivienda y Desarrollo Urbano de América Latina y el Caribe, por los Movimientos Sociales Urbanos:
Carta abierta de los movimientos sociales urbanos a los Ministros de Vivienda y Urbanismo de América Latina y el Caribe XV Asamblea General de Minurvi, Montevideo, 4-6 de octubre de 2006.
Señores Ministros:
La mayoría de los Estados de nuestro continente han firmado convenios y tratados mediante los cuales se han comprometido no solo a satisfacer la necesidad de vivienda e infraestructura a sus habitantes, sino a cumplir y hacer cumplir el Derecho a la Vivienda, considerado como un Derecho Humano Fundamental para todos los habitantes del planeta.
. Vemos a la luz de los hechos, que tales objetivos no se han cumplido: abandono de los Estados de las políticas habitacionales populares a favor de los sectores inmobiliarios y financieros, la persistencia de los desalojos forzosos en numerosos países. Causas:
• las políticas implementadas por la mayoría de los gobiernos del continente ha estado al servicio de las orientaciones desacertadas de los organismos internacionales (Banco Mundial, BID, FMI, TLCs) las cuales dan la prioridad al pago de la deuda externa.
• las inversiones especulativas en el sector urbano, la construcción de grandes infraestructuras a modo de megaproyectos financiadas principalmente por inversiones extranjeras;
• las migraciones internas e internacionales debido a la destrucción de los pueblos originarios por la monocultura agrícola y el sector de pesca industrial;
• el abandono del Estado de bienestar social por procesos de privatizaciones y liberalizaciones del sector inmobiliario, de la renta y los servicios básicos;
• los factores geopolíticos de distinta naturaleza que se dibujan en América Latina, como las guerras internas (principalmente Colombia y México en Chiapas y ahora Oaxaca) y el bloqueo económico de Cuba, la presencia de la narcopolítica entre otras.
Los resultados de la llamadas políticas de hábitat de los gobiernos de nuestro continente, en lo fundamental han tenido como orientación básica el modelo neoliberal, que han privatizado el mercado del suelo y la vivienda oficiales. Los programas de vivienda oficiales, han tenido como interlocutor esencial al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cuyos créditos se han orientado a los sectores medios y altos, excluyendo de los mismos a los sectores pobres de la ciudad, quienes se han visto obligados a resolver sus problemas de vivienda a partir de sus propios esfuerzos autogestionarios, siendo la autoconstrucción la experiencia práctica de producción social del hábitat. Configurando con ello, los rostros de la ciudades en el continente.
Un Enfoque Humano sobre el Derecho a la Vivienda y el Hábitat:
• La puesta en práctica de nuevas políticas sociales de vivienda y hábitat, orientadas a resolver los acuciantes problemas de acceso a la vivienda digna dejando de lado las orientaciones neoliberales que privatizan las políticas de viviendas.
• Como relato de lo anterior, resulta indispensable en primer lugar, fortalecer los procesos de integración regional y subregionales, como la Comunidad Sudamericana de Naciones, el MERCOSUR, la Comunidad Andina, el CARICOM, así como, la no suscripción de los TLC que promueve el Gobierno de los Estados Unidos, habidas cuentas de las graves consecuencias que acarrea para la vida de nuestros pueblos.
• En este camino, los Gobiernos Locales, Regionales y Estaduales, están llamados a jugar un rol fundamental en la construcción de condiciones de justicia social para nuestros pueblos(… ) para lo cual les proponemos la siguiente Plataforma:
1. Reconocer irrestrictamente el Derecho Humano a la Vivienda, establecido por el art. 11 del Pacto Internacional de los Derechos Economicos, Sociales y Culturales; el art. 34 de la Carta de la Organización de los Estados Americanos ratificada por todos los países de América Latina y el Caribe, y el apoyo a la toma de palabra de los habitantes, los verdaderos hacedores de la ciudades, a los intercambios de experiencias y el partenariado.
2. Aprobar la Carta del Derecho a la Ciudad anexada a la presente
3. Declarar la moratoria continental de los desalojos, a través de:
• la institucionalización de los territorios “Libres de Desalojos”;
• el bloqueo de las inversiones nacionales o extranjeras en infraestructura y especulativas que provoquen desalojos sin reubicación digna y concertada;
• apoyo de la cooperación internacional a procesos de paz con justicia en los territorios de guerra.
4. Formular y adoptar planes de desarrollo barrial, municipal y metropolitanos de forma participativa que garanticen el acceso a la tierra urbana al conjunto de los y de las ciudadano/nas
5. Establecer Mesas de concertación de suelo y vivienda a nivel local, nacional y regional para:
• la regularización y la titulación no especulativa de la tenencia de la tierra;
• el desarrollo de planes por la vivienda social pública y cooperativa basados en el principio de la casa como derecho humano;
• la puesta en marcha de políticas de vivienda social;
• la constitución de Fondos Populares por la Tierra y la Vivienda financiados por la cancelación de la deuda exterior, que contribuyan a dar seguridad del suelo y la vivienda a los habitantes;
• el reasentamiento acordado y digno, pago de indemnización a las comunidades movilizadas, inclusas las afectadas por desastres.
6. El bloqueo de las liberalizaciones del sector inmobiliario, la privatizaciones de los recursos naturales hídricos y de las empresas publicas de servicios.
. www.ecoportal.net
* Atentamente
Cesare Ottolini - coordinador AIH - ALIANZA INTERNACIONAL DE HABITANTES
c/o Unione Inquilini, via Bettella, 2/ter - 35133 – Padova – Italia-
También es interesante lo que señala Gustavo González, en su blog:
"Las necesidades de vivienda de los sectores menos favorecidos de América Latina ayudarán a enfrentar los efectos de la crisis global.
En los últimos años preocupa una ofensiva desatada a favor de los desalojos de las denominadas invasiones u ocupaciones de tierra. Más preocupante aún lo es el caso de Uruguay considerado un país de avanzada en cuanto a muchos aspectos de vivienda, como lo es el ejemplo claro del Cooperativismo de Vivienda y su desarrollo. Sin embargo fue en el año 2008 que por unanimidad el Parlamento de ese país aprueba un gran retroceso llevando el tema a la órbita penal sacándolo de la órbita civil.
Criminalizando de esta forma la lucha social por un lugar donde vivir, priorizando los intereses de los que lucran con el engorde de tierras frente a los miles que carecen de ellas. Lo mismo sucede en Argentina, ambos países ya han sido denunciados por la organización CHORE en su permanente lucha contra los desalojos masivos y sus consecuencias
."
Gustavo González coordinador del programa de Vivienda y Hábitat del Centro Cooperativo Sueco (SCC) en América Latina Ha sido tres veces Secretario General y dos veces Presidente de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM).
La ciudad actual
Un esquema imaginado por los humanistas dfe principios del siglo XX, supone el uso racional del tiempo permitido por las grandes ciudades: 8 horas para trabajar; 8 para descansar; 8 para el esparcimiento. La sociedad de consumo nos ofrece otra realidad. En el mejor de los casos, 12, 14, 16 horas para trabajar; en el peor, 0 horas, la desocupación.
Quienes suponen haber logrado las dos primeras etapas, encuentran que, además de las excesivas horas de trabajo, las distancias entre la vivienda y lugar de trabajo, le consumen gran parte de su tiempo y de su presupuesto.
A esto le debemos agregar la permanente agresión que significa circular por las ciudades. Aquellos que deben utilizar transportes públicos, sufren el pésimo estado de lo que debería ser un servicio social. Los que circulan en automóvil, deben enfrentar la colosal aglomeración de vehículos, en un sistema de tránsito desordenado hasta el surrealismo. Vehículos construidos para desplazarse cada vez a mayor velocidad, por los congestionamientos, circulan a un mínimo de su velocidad, expulsando gases que contaminan el aire y alteran los nervios de toda la ciudad, con sus bocinazos, arranques, choques cotidianos.
Dice Armando Tejada Gómez: “Las ciudades son fríos hoteles transitorios / debe ser espantoso morir en las ciudades / porque no han hecho nada por amor / tantas cosas”

Federico Engels

En el siglo XIX, Federico Engels, frente al movimiento de las calles de Londres, decía: “La brutal indiferencia, el duro aislamiento de cada individuo en sus intereses privados, aparecen tanto más desagradables y chocantes, cuanto más juntos estén estos individuos en pequeños espacios, y, aún sabiendo que el aislamiento de cada uno, en ese recóndito egoísmo, es por todas partes el principio básico de nuestra sociedad actual, en ningún lugar aparece tan vergonzosamente al descubierto, tan conciente, como aquí, entre la multitud de las grandes ciudades”Imaginemos una cárcel. Largos pasillos, por donde se circula por razones estrictamente necesarias, rápidamente y en silencio; con un severo control, de guardias armados. A su alrededor, celdas o pabellones, cerrados con rejas que, al mismo tiempo que impiden la libre entrada o salida de sus ocupantes, impide también la comunicación entre los ocupantes de celdas o pabellones. Veamos ahora una gran ciudad. Largas calles (¿pasillos?) que dejaron de ser arterias de comunicación del barrio, con los jóvenes reunidos en las esquinas, o los mayores sentados a la puerta de sus casas. Ahora se circula por razones estrictamente necesarias, con un severo control de guardias (vigilancia privada). A su alrededor, viviendas cerradas con rejas, que impiden la libre entrada o salida de sus ocupantes, impidiendo también las comunicación entre, vecinos. Hay edificios de departamentos, donde un guardia exige, para permitir el ingreso, tanta información como la que se reclama en los servicios de inteligencia. O en una cárcel.
De todas maneras, esto no es una realidad absoluta. Como todo hecho humano, es complejo y contradictorio, si bien, la agrupación, que en muchos casos se parece a una segregación, en barrios o zonas, según una clasificación no escrita, es una constante en la planificación urbana.
Las organizaciones sociales surgidas en los barrios suburbanos, no están motivadas por la preservación de las instituciones dominantes, sino por la defensa de mínimos intereses comunes, que implican el enfrentamiento y la ruptura con los mismos. El realismo mágico latinoamericano, le agregó a estos sectores, las villas miserias.
En otros sectores se encuentran las viviendas de mayor categoría económica; centros comerciales magnificados en tamaño, calidad y servicios; vías de comunicación amplias y rápidas, toda la gama de medios de transporte, que permite la rápida comunicación con el resto de la ciudad; incluso puertos y aeropuertos; un buen número de centros de enseñanza de todos los niveles; lugares de esparcimiento y de práctica de deportes (práctica activa, los estadios destinados al deporte espectáculo, son orientados hacia las clases bajas); restaurantes; lavanderías; salones de belleza.
En definitiva, la ciudad, como campo de batalla, en el enfrentamiento por la ocupación del espacio urbano, es algo así, como la síntesis de la lucha de clases

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