viernes, 19 de septiembre de 2008

El arte en el siglo XX – La Nueva Canción

En nuestro país, el desarrollo de la canción, estuvo ligado a los fenómenos políticos y al pueblo como protagonista. En ese proceso, tuvo etapas de retroceso, al igual que la conciencia y la cultura en general.
La canción es un arte en sí mismo. No es el poema musicalizado, ni una melodía acompañada de una letra para cantar. Es el encuentro de dos artes, la poesía y la música, en un pie de igualdad. El poeta y el músico, al servicio de la canción. Las primeras manifestaciones de una canción nacional, se encuentran en los cielitos patrióticos de Hidalgo y Ascasubi.
Hilario Ascasubi
Durante años, manejada por la burguesía, la canción fue utilizada como un elemento de distracción, como una simple postal del paisaje, o un mecánico reemplazante de un libro o una conversación.
Sufrió la invasión de ritmos extraños, que en caso de decir inconveniencias, se difundía en su idioma original. En la creación local, desde el folclore, pululaban los autores e intérpretes paisajistas o románticos rosa alejados de la realidad; en medio de los cuales se debatían aquellos que intentaban decirnos quiénes éramos; Atahualpa Yupanqui, (Baguala Del Gaucho Pobre, Camino Del Indio, El Arriero Va), en Salta, Manuel Castilla, (La Pomeña. Balderrama); el “Cuchi” Leguizamón, (Lavanderas del Río Chico, Serenata desolada), Ariel Petrocelli (Zamba del ángel, Soy sembrador argentino); En Buenos Aires estaban Hamlet Lima Quintana (Zamba para no morir. Los pueblos de gesto antiguo), y Mario Arnedo Gallo, (La Amanecida”, La Flor Azul), en Tucumán, el “Chivo” Valladares (Subo, Vidala del lapacho) y el “Pato” Gentillini, entre otros.
En los años 60, se producen simultáneamente, diferentes movimientos, donde se unen en una actitud militante, poetas, músicos, intérpretes. Uno de ellos marcará la diferencia: El Movimiento del Nuevo Cancionero, nació en Mendoza, 1966, creado por Armando Tejada Gómez, Oscar Mathus y Tito Francia, elabora un Manifiesto, donde definen con absoluta claridad, la decisión de ubicar a la canción como intérprete de las necesidades, esperanzas y tristezas del pueblo.

Armando Tejada Gómez Algunos párrafos del Manifiesto:
“La búsqueda de una música nacional de contenido popular, ha sido y es uno de los más caros objetivos del pueblo argentino (…) En la búsqueda de su expresión, el artista popular adoptó y recreó los ritmos y melodías que por su contenido y forma, se adaptan más totalmente al gusto y los sentimientos del pueblo (…) Porque durante muchas décadas el país fue eso: un rostro sin alma, aunque el tango, con su palpitante crónica dolorosa (Contursi, Flores, De Caro), reclamara desde sus noches insomne, por el cercenamiento del espíritu nacional y por la amputación feroz del país total (…) Entonces se perpetró la división artificial y asfixiante, entre el cancionero popular ciudadano y el cancionero popular nativo, de raíz folclórica. Oscuros intereses han alimentado hasta la hostilidad, esta división, que se hace más acentuada en nuestros días, llevando a autores, intérpretes y público, a un antagonismo artificial, creando un falso dilema y escamoteando la cuestión principal, que ahora está planteada con más fuerza que nunca, la búsqueda de una música nacional de raíz popular, que exprese al país en su totalidad humana y regional.
No por vía de un género único, que sería absurdo, sino por la concurrencia de sus variadas manifestaciones, mientras más formas de expresión tenga un arte, más rica será la sensibilidad del pueblo al que va dirigido. Hay país para todo el cancionero. Sólo falta integrar un cancionero para todo el país (…) El auge de la música folclórica es un signo de la madurez que el argentino ha logrado en el conocimiento del país real. Son los primeros síntomas masivos de una actitud cultural diferente, ni despreciativa. Ni olvido. El país existe
Raíces del Nuevo Cancionero
Buenaventura Luna
Hasta el advenimiento de Buenaventura Luna y Atahualpa Yupanqui, el cancionero nativo se mantuvo en la etapa de formas estrictamente tradicionalistas y recopilativas. (…)
De este celo por las formas originarias y puras, sobrevendrán luego los vicios que quieren hacer del cancionero popular nativo, un solemne cadáver (…) fue la fijación en ese estado lo que degeneró en un folclorismo de tarjeta postal cuyos remanentes aún padecemos. sin vida ni vigencia para el hombre que construía el país y modificaba día a día su realidad
Es con Buenaventura Luna, en lo literario y con Atahualpa Yupanqui, en lo literario musical, con quienes se inicia un empuje renovador que amplia su contenido sin resentir la raíz autóctona
¿Qué es el Nuevo Cancionero?
EL NUEVO CANCIONERO es un movimiento literiario-musical, dentro del ámbito de la música popular argentina. No nace por o como oposición a ninguna manifestación artística popular, sino como consecuencia del desarrollo estético y cultural del pueblo y es su intención defender y profundizar ese desarrollo. Intentará asimilar todas las formas modernas de expresión que ponderen y amplíen la música popular y es su propósito defender la plena libertad de expresión y de creación de los artistas argentinos.
Aspira a renovar, en forma y contenido, nuestra música para adecuarla al ser y el sentir del país de hoy.
EL NUEVO CANCIONERO no desdeña las expresiones tradicionales o de fuente folklórica de la música popular nativa, por el contrario, se inspira en ellas y crea a partir de su contenido, pero no para hurtar del tesoro del pueblo, sino para devolver a ese patrimonio, el tributo creador de las nuevas generaciones.
¿Qué se propone el Nuevo Cancionero?
El NUEVO CANCIONERO se propone buscar en la riqueza creadora de los autores e intérpretes argentinos, la integración de la música popular en la diversidad de las expresiones regionales del país
Quiere aplicar la conciencia nacional del pueblo, mediante nuevas y mejores obras que lo expresen.
Busca y promueve la participación de la música típica popular y popular nativa en las demás artes populares, el cine, la danza, el teatro. Etc. en una misma inquietud creadora que contenga el pueblo, su circunstancia histórica y su paisaje. En este sentido, adhiere a la inquietud del Nuevo Cine, como también a todo intento de renovación que intente testimoniar y expresar por el arte nuestra apasionante realidad sin concesiones ni deformaciones
(…)Alentará la necesidad de crear permanentemente formas y procedimientos interpretativos, así como obras de genuina identidad con el país de hoy, que enriquezcan la la sensibilidad y la cultura de nuestro pueblo.
(…)EL NUEVO CANCIONERO acoge en sus principios a todos los artistas identificados con sus anhelos de valorar, profundizar, crear y desarrollar el arte popular y en ese sentido, buscará la comunicación, el diálogo y el intercambio con todos los artistas y movimientos similares del resto de América.
(…)EL NUEVO CANCIONERO luchará por convertir la presente adhesión del pueblo argentino hacia su canto nacional, en un valor cultural inalienable".
Afirma que el arte, como la vida, debe estar en permanente transformación, y por eso busca integrar el cancionero popular al desarrollo creador del pueblo todo para acompañarlo en su destino, expresando sus sueños, sus alegrías sus luchas y sus esperanzas
"Ideológicamente, la nueva canción se ha confunde con la música de protesta porque en sus letras, generalmente, se manifiesta un profundo rechazo por la intervención extranjera (militar, política o económica) en los países americanos; sin embargo, no se queda en esta posición de rechazo, sino que manifiesta un profundo respeto por la vida de los obreros, los campesinos y los indígenas, todo esto a la par de un claro rechazo al imperialismo estadounidense y europeo, el consumismo y la desigualdad social

Astor Piazzola Este movimiento sacó a la música argentina del anquilosamiento en que había caído el tango, su influencia, en originalidad musical, en compromiso lírico y en experimentación formal, atravesó y atraviesa a generaciones de artistas
“En 1968, Amelita Baltar estrenó, junto a Astor Piazzolla, “Chiquilín de Bachín”. El
bandoneonista comentaba en ese entonces que esa canción, junto con otra llamada “Juanito Laguna ayuda a su madre”, significaba el comienzo de su colaboración con Horacio Ferrer más allá de María de Buenos Aires, que se había estrenado en mayo. Había, en todo caso, una clara conciencia de que en ese género se había llegado, con las letras, a un nivel de compromiso con la actualidad que en el tango declinante de fines de los ’60 estaba ausente casi por completo.
En la “Canción para un niño en la calle”, de Angel Ritro sobre un fragmento de un poema de Armando Tejada Gómez, aparecía la “estrella en el sitio del hambre” que Ferrer convertiría en “estrella del revés” pero también ese “corazón de barco” y esa “aventura de pan y chocolate” cuyos ecos pueden registrarse con facilidad en la “Plegaria para un niño dormido” grabada por Almendra un año después. Ferrer o Spinetta miraban (o escuchaban) a Mercedes Sosa, (…) En 1947, el Plan Quinquenal había fijado la importancia que debían tener en la educación “el folklore, la danza, la religión, la poesía popular, la familia, la historia y los idiomas”. Los planes de estudio del peronismo habían hecho hincapié en “el amor por el campo” y, también, en la enseñanza de ese repertorio que había llegado a Buenos Aires y sus márgenes de la mano de las políticas industriales y la migración interna. (…) Veinte y aun treinta años después (y quizá todavía ahora) la escuela primaria y los actos escolares siguen teniendo el repertorio inspirado en el folklore como su banda de sonido natural. Pero, además, hubo, en la década del 60, una explosión de consumo urbano de esas músicas. Y no había chico que no aprendiera a tocar la guitarra (y a sacar canciones de oído) con zambas, gatos, cuecas y chacareras, además de temas de los Beatles. Hubo, por un lado, una consecuencia directa en el fructífero origen del rock argentino. No cuesta imaginarse a Spinetta, Soulé, García, Santaolalla o Páez cantando “Zamba de la Candelaria” o “Guitarra trasnochada”. Y no cuesta escuchar las huellas de ese aprendizaje en sus propias canciones. (…)
Tejada Gómez, Mathus y la gran voz de Mercedes Sosa, mantuvieron una asociación que fue clave dentro del Movimiento del Nuevo Cancionero —cuyo manifiesto suscribieron en 1963 junto con Tito Francia y otros—. "En Zamba de la distancia, como en La de los humildes, Zamba del riego, Tropero padre, El río y tú, La zafrera y Los hombres del río están los tres nombres que impulsaron el movimiento: Armando con sus palabras, Matus con la música y yo con la voz", recordó Mercedes Sosa para el disco de homenaje que incluyó Zamba de la distancia y reunió a amigos y admiradores como León Gieco, Víctor Heredia y Teresa Parodi”
Por Diego Fischerman. Página 12

Esta iniciativa camina por América, dando lugar a la creación del Canto Popular uruguayo, de la mano, especialmente de Washington Benavídez, Aníbal Sampayo, Alfredo Sitarrosa, Daniel Viglieti, Los Olimareños y muchos otros; El Canto Nuevo de Chile, con Víctor Jara, Quillapayún, Los Jaivas; en Nicaragua se llamó “Volcanto”, con Carlos y Enrique Mejia Godoy, Norma Elena Gadea. En Cuba, La Nueva Trova, con Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Vicente y Santiago Feliú, como iniciadores. En la música caribeña, es imprescindible mencionar a Rubén Blades y Willie Colón. En Brasil, la figura destacada es Chico Buarque de Hollanda, que, acompañado de Joao Gilberto y el gran poeta Vinicius de Moraes, dan lugar al naci9miento del MPB (Movimiento Popular Brasileño). En estados Unidos, sus impulsores son Pete Seeguer y Joan Baez.
Este movimiento desemboca en la fundación del Comité Internacional de la Nueva Canción, con sede en Méjico, presidida inicialmente por Gabino Palomares. En su documento fundacional, reconoce como origen de los Movimientos de la Nueva Canción en el mundo, a Mendoza, Argentina, 1966, con el Nuevo Cancionero.
Ana Belén Luego surge el Movimiento de la Nueva Canción Europea, con Joan Manuel Serrat, acompañado de Ana Belén y Víctor Manuel.
Ideológicamente, la nueva canción se ha confunde con la música de protesta porque en sus letras, generalmente, se manifiesta un profundo rechazo por la intervención extranjera (militar, política o económica) en los países americanos; sin embargo, no se queda en esta posición de rechazo, sino que manifiesta un profundo respeto por la vida de los obreros, los campesinos y los indígenas, todo esto a la par de un claro rechazo al imperialismo estadounidense y europeo, el consumismo y la desigualdad social.

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